La antigua
sabiduría
de la Tradición es grande:
si por un lado se
expande
por otro enraiza,
echa guía
y acendra más
todavía
su savia vital que
incide
en un azar que
coincide
consigo en la
misma trama
y elige, alborota
y llama
a quienes ella decide…
1
“¿Qué onda con este chavito?”
recuerdo que pensé, gratamente sorprendido, la primera vez que Alexito Montaño
se apareció, violín en ristre, en alguna tocada nuestra a sus 5 años de edad (y
apenas tiene 12).creí
primero que habría sido ocurrencia de su papá como para que la fuera sintiendo(
hablo de la música),pero
cuando al paso de los meses,
cada que nos volvíamos a encontrar y a acompañarle alguna cosita, aquellos pequeños dedos
fueron convirtiéndose en alegre aleteo de pajaritos mañaneros y a dar notas y
luego a producir melodías completas, no solamente sin desafinar sino con sorprendente solvencia,
empezamos a caer en la cuenta de que no se trataba de una amorosa consigna de
papá y mamá, ni en
una mera travesura de “morrito hijo de músico” sino de un talento puro que
empezaba a aflorar como diciendo a ritmo de son mexicano: “¡agárrense que ahí
les voy!”.
2
Como bien lo intuyó y consignó el
picudisimo Profeta del Nopal en su cactácea encíclica “me he de comer esa tuna
aunque me espine la mano” (Rockdrigo González
Op.cit. cap.XIII, v.7), el de
nuestros días es “un tiempo de híbridos”, y a nadie debe extrañarle que en este
primer CD de Alexito coexistan e interactúen sin bronca cual ninguna los sones
tradicionales con la salsa, el rap urbano y varios etcéteras más.
Alexito no es hijo del dogma ni
de las tesis ortodoxas y puristas que pretenden hacer del folclor mexicano una
venerable momia. Este niño que empieza a saber de Beethoven y Mozart sabe desde
hace un buen rato de don Juan Reynoso, Chebo Méndez y Heliodoro Copado. sabe de
las canciones del “Buki” y del Danzón No. 2 de
Arturo Márquez, de los Beatles y de Los Camperos de Valles, de Lady Gaga
y de Chabe Flores, muy pronto, si no es que ya, será capaz de sentarse frente a
un atril con una partitura de Vivaldi, pero ya desde hace años lo hemos visto
caminar junto con las danzas y las mojigangas tocando polkitas y piezas de
camarín para honrar a los músicos
difuntos por las calles del pueblo y en el panteón de Xichú, con motivo
de la fiesta grande de la tradición del huapango arribeño. Ya muchos hemos
visto a este niño tocando su violín con
igual gusto y garbo lo mismo en un
escenario con todas las de la ley que sobre un rústico templete en una
recóndita ranchería, con la lluvia encima y envuelto en la neblina de la sierra
como en un mágico rebozo.
Puedo decir, sin temor a
equivocarme, que Alexito tiene “el Don” y lo que es más: muchas y diversas
puertas abiertas para que entre y salga, busque y encuentre, tome ó deje, de y
reciba, siembre,
pisque, arraigue y vuele…
Ojalá que nada ni nadie le
percuda la nobleza de alma y corazón que tiene, y que por ningún motivo pierda
el rumbo. a sus 12 años todo en Alexito indica que es un músico “con ángel”,
pero sobre todo con Destino.
Guillermo Velázquez B.
Trovador de Los leones de la
sierra de Xichú
Febrero del 2012